En lo alto del monte que preside por el sur la villa de Celanova todavía se conservan las bases de la edificación que en su momento mandaron construir los monjes del monasterio con el fin de acumular y compactar la nieve en el invierno para luego utilizarla como hielo para la conservación de algunos alimentos e incluso para utilizar para enfriar las bebidas y transformarlas en refrescos. En las inmediaciones de la Casa da Neve, que así es como es conocida, cuenta la leyenda que hubo una ciudad perdida de la que todavía se conserva el nombre en la toponimia local y que se llamaba Cachiquimbra. Una disputa con la tribu del Forriolo dio lugar a un asalto por parte de los habitantes de este lugar, que provocó una auténtica masacre entre los vecinos de Cachiquimbra. Fueron cercados y conminados a la rendición, acabaron incendiando la ciudad, sobreviviendo tan sólo un niño y una niña que se transformaron en sendas serpientes mutantes para evitar ser capturados y que se escondieron en un profundo pozo conocido como el “Pozo das serpes”. Esto hizo posible que varios siglos después el fundador de Celanova subiese a lo alto de la ciudad perdida lanzando una piedra que marcó el lugar en donde mandaría construir su fundacion monacal.