Mi nombre es Onega y mi vida fue -digámoslo así- un poco “embarazosa”, tal vez porque quise ser una mujer adelantada a mi tiempo y me dejé llevar por los enrevesados designios del corazón antes de por la rectitud de las reglas de la razón a las que nos sometían los rigores sociales del momento. Hui de Santa Comba de Bande, no sé si con la persona equivocada, pero si con la persona amada. A partir de ahí mi vida transcurrió por insondables vericuetos que me ofrecieron, sin embargo, la oportunidad de viajar y conocer otros horizontes.
Ahora, que ya formo parte de la memoria perenne del convento de San Pedro de Ramirás, mi experiencia viajera me avala para invitarte a que vengas a conocer mi tierra.
Toma mi mano, pues, y déjate llevar. Te mostraré un rico patrimonio literario y verás cómo su hermoso monasterio es ahora un centro de enseñanza en libertad y no una mazmorra para las ideas.
